Baila, Baila, Baila

'Baila, baila, baila' (Dansu, dansu, dansu, 1988), nos trae de vuelta al gran Murakami de los ochenta, cuando escribió esas grandes novelas que son 'Tokyo Blues. Norwegian Wood', 'Al sur de la frontera, al oeste del sol' y 'La caza del carnero salvaje', obras todas ellas que nos acercaban a un mundo onírico e hipnótico, mezcla de realidad y fantasía, que hicieron de Murakami un autor con un estilo absolutamente identificable.

El protagonista y narrador de 'Baila, baila, baila' es una redactor freelance cuyos sueños recurrentes con el Hotel Delfín, en los que también aparece Kiki, una antigua amante, lo llevan irremisiblemente hasta el mismo. En esta especie de investigación que lleva a cabo el peculiar protagonista, en donde a veces se distorsiona la realidad, algo que Murakami inserta de manera natural, conocerá a diversos personajes, todos personalísimos. Según va conociendo a gente, las pistas se van sucediendo y embrollando, pero todo está conectado, como el protagonista irá averiguando. Entre los personajes más fascinantes se encuentra Yuki, una niña de 13 años a la que sus padres no saben criar, o una pareja de policías la mar de extravagante.

'Baila, baila, baila' me ha gustado más que la última obra de Murakami publicada en España, '1Q84'. La novela transcurre con un ritmo pausado, entre viajes en coche, comida, bebida, charlas, sexo y mucha música, en la que algunos pasajes me parecen bastante superfluos, pero aun así ha sido todo un placer reencontrarme con el Murakami con el que más conecto.