El Consejo de Hierro

¡Gracias, victorderqui! Un placer saludarte, como siempre.

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Oscar: Eso que has dicho es lo que yo quería decir, pero que no me sale decirlo así de bien. Gracias por tu elegancia con las reseñas, camarada. No te puedo dar un voto positivo, porque no soy capaz de saber cómo diablos se hace, pero sí te mando un abrazo muy fuerte a través de las profundidades del Blanco Océano Binario!!!

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'El Consejo de Hierro' es una novela ambientada en el fantástico mundo de Bas-lag, donde también transcurrían esas obras maestras que son 'La estación de la Calle Perdido' y 'La cicatriz'. No cabe duda de que China Miéville es un escritor único, del que a duras penas puede ser comparado con ningún otro. Su visión de la fantasía, de naturaleza New Weird, oscura y pesadillesca, se aleja de todo lo conocido hasta el momento.

En 'El Consejo de Hierro', de nuevo volvemos a Nueva Crobuzon, esa ciudad más allá de la imaginación donde cohabitan la taumaturgia, las razas alienígenas, los rehechos, los constructos, etc., bajo un gobierno corrupto. La novela se divide en tres hilos narrativos, y resulta imposible abarcar todo lo que acontece a lo largo de la historia. Cutter ha huido de Nueva Crobuzon junto con varios compañeros, en busca de un antiguo amigo. Miéville empieza fuerte el libro, con un principio plagado de criaturas y amenazas mágicas, todo ello con un claro aire de western. Otro personaje importante es Ori, un joven de Nueva Crobuzon que cada vez se encuentra más involucrado en un grupo extremista que lucha contra el gobierno vigente. Y por último está Judah Low, que se nos da a conocer a través de un largo flash-back, que nos sirve a su vez para saber del mítico Consejo de Hierro.

La lectura de esta novela es un descubrimiento tras otro, y es que China Miéville posee un sentido de la imaginación prodigioso. Elementales de la naturaleza, gólems, seres vivos rehechos con partes mecánicas como castigo por sus crímenes, razas alienígenas a cual más extraña, taumaturgia cohabitando con ciencia y tecnología. Pero Miéville no se queda en lo fantástico, sería muy fácil quedarse en lo puramente aventurero, él va más allá, y nos muestra el conflicto político entre la ciudad y sus milicianos, y los grupos rebeldes, o la realidad existente ante la homosexualidad y la unión entre diferentes razas.

Imaginativo, desmesurado, China Miéville es el gran escritor de literatura fantástica del momento, que se reinventa en cada novela.

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Para gustos los colores, hermanos ... para mi es la mejor de las tres: Weird Western, la crónica de una cruenta Insurrección Social Callejera que prefigura ( o mejor, refleja en un mundo de fantasía, lo que, alrededor del año de la publicación del libro, se acabaría convirtiendo en el Movimiento Indignado), Fantasía Política sobre el asesinato de los Tiranos, historia secreta de espionaje que el mismísimo Lovecraft hubiera firmado con orgullo, y un maravilloso relato de desamor homosexual ...Un libro incomprendido, y para mi, de culto, con esa fantasmático Tren Surreal, a medias híbrido de un mastodonte y una ciudad que camina, que se convierte en Símbolo de las Esperanzas de los más débiles: un tren que porta bibliotecas, miles de refugiados de todas las especies de Bas Lag, Vagones-pecera, Globos de guerra, Atalayas de madera, hechiceros mercenarios ,Cuernos de leviatanes y las calaveras de los miles de militantes fallecidos, vagones-bosque, un ejercito de Golems imposible y otras mil maravillas ... Para mí, junto con los otros dos de la serie, la Obra maestra del género Steam-punk.

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Es infumable, uno de los peores libros que jamas he leido.

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Éste podría haber sido, como los anteriores de Miéville, otro estupendo libro. Pero no lo es. Y no lo es porque tenga los mismos "peros" que se le apuntaban a su primera novela -que los tiene-, sino por otras y peores causas. La primera es que Miéville se ha limitado a hacer una amalgama de algunos de los elementos argumentales de sus anteriores novelas (la amenaza oculta y las revueltas "revolucionarias" en Nueva Crobuzon de "La estación...", y la ciudad pirata de los desheredados del mundo de "La cicatriz" -ahora mutada en un tren errante, con similares infelices-), y a refundirlos en un nuevo libro, sin aportar nada nuevo. Pero lo peor es que Miéville deja que su militancia revolucionaria y homosexual (que ya apuntaba, aunque muy ligeramente, en sus anteriores relatos) trascienda toda la novela hasta el punto de deslucir lo que de bueno hay en ella y causar hastío y desinterés en el lector. Miéville debió pensar que, si le habían dado un premio por un determinado tipo de historia, con más razón se lo darían -como así ha sido- por escribir más de lo mismo y, encima, "políticamente correcto" y "revolucionario". Así pues, nos encontramos con un refrito cuyas líneas argumentales las dirigen las ánsias utopistas de unos y los amores homosexuales de otros. Dado que la literatura política rara vez es buena literatura, y la literatura homosexual sólo la consumen de manera habitual los homosexuales militantes, parece que Miéville está destinado a convertirse en el escritor de culto de un nicho muy concreto de lectores. Lástima.

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Pues me pareció interesante pero mucho peor que la Estación de la Calle Perdido.

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Interesante, la mejor que he leído de Mieville. La historia no se dispersa tanto como en La Estación de la Calle Perdido, ni tiene un final tan confusamente metafísico como en La Cicatriz. Engancha desde un primer momento, resuelve bien las diferentes subtramas, y aunque en mi opinión, el final no el del todo redondo, sí es de lo más recomendable que se puede leer en la actualidad.

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