Barcelona Steampunk. 1880-1910

de Alicia Sánchez Martínez, José Antonio Bonilla, Inés Macpherson, Iván Ledesma, Óscar Navas, Gemma Solsona Asensio, Héctor R. Asperilla, Celia Corral-Vázquez, Alberto García Gutiérrez

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Antología coordinada por José A. Bonilla

Barcelona entre 1880 a 1910 era una ciudad pujante, rica y próspera.

Una ciudad abierta a todo lo moderno y exótico, donde surgen multitud de teatros y espectáculos variopintos.

Desde parques de atracciones, donde se exhiben todo tipo de números o fenómenos de la naturaleza, hasta museos de cera o taxidermia.

Pero, también, la ciudad condal, como en el resto de Occidente, es hervidero de logias masónicas, sociedades espiritistas, organizaciones anarquistas, adivinadoras y echadoras de cartas que leen la buena o mala ventura, o sanadores que inventan tratamientos y remedios reconstituyentes capaces de curar casi cualquier enfermedad.

Es en este escenario urbano, en esta Barcelona de múltiples caras, donde se desarrollan los relatos que tú, lectora o lector, descubrirás una Barcelona alternativa freak, secreta, noir y steampunk.



Los relatos:

Prólogo, de Alberto García
Barcelona Freak, Secreta, Noir y Steampunk, de Alberto García Gutiérrez
El lucero del alba, de Alicia Sánchez
El quebranto del cristal, de Óscar Navas
La música de los silentes, de Celia Corral-Vázquez
El ángel roto, de José A. Bonilla
La mecánica del recuerdo, de Inés Macpherson
El pabellón de las almas perdidas, de Iván Ledesma
El beso de Julieta, de Gemma Solsona Asensio

Ilustraciones de Héctor R. Asperilla (Adepto Obscura)

«Eran otros tiempos. Tiempos de osadía y resolución, de asombro y maravillas. Barcelona entre 1880 a 1910 era una ciudad pujante, rica y próspera. En ella afluían cientos de miles de personas del resto de España para intentar conseguir una vida mejor. La ciudad había crecido en espacio y en población gracias a los cambios urbanísticos de las décadas anteriores que permitieron romper con el encorsetado perímetro medieval del pasado para adentrarse en la racionalidad y eficiencia decimonónicas del Plan General del Ensanche de su visionario creador, Ildefons Cerdà. Es en esta Barcelona donde, al igual que en la mayor parte de urbes de aquel final del siglo xix y principios del xx, cohabitan una burguesía de príncipes comerciantes, financieros e industriales, que serán mecenas y promotores de un estilo arquitectónico y artístico propios de la ciudad, el llamado modernismo, junto con una masa de obreros que sobreviviendo en el día a día lucharán por sus derechos en un clima de efervescencia social que verá nacer patronales y sindicatos, formaciones políticas enfrentadas y que con el correr de los años se sucederán de forma veloz hechos que tendrán por escenario una Barcelona anfitriona de la Exposición Universal de 1888 , diez años más tarde testigo del impacto de la guerra hispano norteamericana de 1898 o protagonista directa de la semana trágica de 1909 a nivel social y político.»
Del Prólogo de Alberto García Gutiérrez