La Guerra del Siglo XX

de Albert Robida

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La guerre au xxe siècle es una de esas obras magistrales de la ciencia ficción de todos los tiempos donde se mezclan los más desenfrenados inventos (en este caso enfocados hacia la guerra, la muerte y la destrucción del enemigo) y las más desenfadadas ideas. La obra, narrada como las aventuras de un simple soldado que, gracias a su ingenio, su valor, su fuerza y su audacia consigue elevarse a los más altos puestos del mando militar, comandando naves y tropas de toda clase: desde bombeadores de miasmas hasta cazadores aéreos y submarinos. El escenario es una guerra del futuro desencadenada a mediados de 1945 y en la que se enfrentan los gloriosos ejércitos franceses y los de un enemigo al que nunca se da nombre. Iniciadas las hostilidades, ambos bandos se dedican a lanzarse uno a otro todas las armas que el futuro de aquel tiempo pensaba que iban a estar a disposición de los ejércitos del porvenir. Esta edición, primera en español de esta obra ingente, es un facsímil exacto de las ediciones francesas habidas hasta la fecha, a todo color (cuando lo hay) y con un amplio apartado crítico (también muy ilustrado con obras de Robida). El conjunto es una novela de fácil lectura y muy agradable visualización y una obra de arte. Hemos empleado papel de alta calidad para que la edición sea lo más parecida posible al original que imita. La edición, por otra parte, está limitada tan sólo a 250 ejemplares venales que se entregarán firmados por los editores (Amparo Nieto y Paco Arellano), y una justificación de que esta edición no será repetible en las mismas condiciones que la presente. Pocos ejemplares, una obra maestra y una ocasión casi única de poseerla (a menos que se adquiera una edición francesa cuyo precio ronda los 250 euros).

Robida (Albert), nacido en Compiègne en 1848, muerto en París en 1926. Desde los dieciocho años colaboró en el Journal Amusant, dándose a conocer en el dibujo satírico y el litograbado. Viajó a Viena, donde trabajo en la revista Der Floch (La Pulga) y, de vuelta a París, fundó La Caricature. Ilustrándose (doblemente) tanto a la pluma como al lápiz, escribió cuentos y novelas dirigidas, en su mayor parte, a los niños (a los de 10 a 80 años, o más). Favorito de genios y hadas, pariente de dragones, caballeros armados y damiselas en peligro, campanarios y antiguas catedrales. Emparentado con las locomotoras portátiles, ladrones volantes y gendarmes alados. Celebró las antiguas ciudades de Flandes, España e Italia, lo mismo que las Babilonias del porvenir. Reconstruyó mediante maquetas el París medieval para la Exposición Universal de 1900 y caricaturizó el avance de los transportes y de la estrategia.