Trece Relatos de Amor Maldito

de Cristina Bermejo Rey

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«A los diecisiete años se busca al príncipe azul, sin embargo yo buscaba al monstruo atormentado». Esta frase de Cristina Bermejo podría servirnos para la reseña del presente libro, pues en ella se encierra el criterio personal y estético que la autora tenía a esa edad. Efectivamente, estos relatos ven la luz cuando Cristina tenía diecisiete años, y, aunque debidamente revisados y corregidos por su autora, evidencian una pronta pasión por los mundos oscuros y malditos.

Puestos a buscar algún hilo común a estos trece relatos, podríamos encontrar el de la lucha de los amantes por vivir su amor, resultando indiferente su condición humana o sobrenatural. Las protagonistas son heroínas que hallan su posibilidad de felicidad en amantes maldecidos, cuando no lo son ellas mismas, y en héroes que huyen de ellas para no dañarlas, aunque acaban comprendiendo que su única salvación es el amor verdadero. En todo caso, todos ellos, héroes y heroínas luchan juntos por ese amor auténtico y combaten enfrentándose a todo tipo de monstruos, ya que su sueño sólo puede hacerse realidad cuando juntos venzan a las fuerzas que habitan en las tinieblas.

Algunos relatos están ambientados en lugares reales, como Piedralaves —pueblo abulense en el que Katrinne, protagonista de De Piedralaves a los Cárpatos, tomará una decisión que cambiará su existencia para siempre, y quizá la sumirá en la más terrible de las desdichas—, o Espinosa de Cervera —villa burgalesa donde la protagonista de El Ermitaño conocerá la belleza interior en forma de amor verdadero, huyendo, tras muchas dificultades, del futuro que la esperaba—. De esta manera, realidad y ficción se entremezclan para sugerirle al lector que ese viaje entre ambos mundos no es tan largo ni complicado como pudiera parecernos en un principio.