El Año de Nuestra Guerra

Me pareció una novela regular que no es difícil de leer, pero a mi gusto le falta un poco de inventiva. Le resta emoción el hecho de estar narrada a través de un personaje con severos problemas de drogadicción. Regular.

 

Voy y lo vuelvo a comprar... Repetido.

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Me encantó esta novela. Verdaderamente original y terriblemente amena. ¿Se sabe algo de una continuación?

 

'El año de nuestra guerra' fue la primera novela que escribió Steph Swainston, un libro lleno de aventuras, con un punto malicioso, humor sórdido y algo de macabro en algunas de sus escenas, pero ante todo es un canto a la imaginación.

La acción se sitúa en la Cuatro Tierras, que están gobernadas por el Círculo del Castillo, presidido por el emperador San y sus inmortales. En este mundo habitan cuatro razas: los eszai o inmortales; los zascai o mortales; los rhydannos, extraños y veloces como felinos; y los awia, humanos con alas en la espalda, pero que no sirven para volar. Las Cuatro Tierras llevan milenios combatiendo a los Insectos, una especie de escarabajos gigantes, del tamaño de hombres.

La historia está narrada por Jant, un híbrido de awio y rhydanno. Y Jant posee una particularidad: es el único humano que puede volar. Este detalle es lo que hace de Jant un inmortal, ya que para convertirte en uno de ellos has de ser único en alguna especialidad que resulte útil y de vital importancia al reino y sobre todo al emperador, que es el que posee este poder. Así, Jant es llamado Cometa o Mensajero. Al principio, el tema de los nombres causa un poco de confusión, pero después encaja todo.

Jant es lo mejor de la novela, junto a las extraordinarias batallas contra los Insectos. Jant es el antihéroe de esta historia. Es un yonqui enganchado al gato, una droga cuya sobredosis le permite viajar al Cambio. Y esto es impresionante, porque la autora no sólo crea un mundo vívido y lleno de detalles como es las Cuatro Tierras, sino que se permite el lujo de inventar otro más, el Cambio. Cuando Jant pierde la consciencia a causa de la droga, despierta en lo que él llama el Cambio, un mundo alucinante y alucinatorio a más no poder. Las Púas y sus museos de la carne es de lo más macabro que recuerdo desde Clive Barker.

El único pero que le pongo a la novela es que, aunque en ciertas partes del libro se hace imposible despegar los ojos de sus páginas, también hay que decir que la historia se hace algo caótica en su narración. Pero claro, la cuenta Jant...

Una muy buena novela, entretenida y bien escrita, con un uso del lenguaje muy rico, aunque sólo la recomendaría a aficionados del fantástico grotesco.

 

Pues me ha parecido una novela bien buena.

Más que una trama concreta, en sentido tradicional, es un retrato de personajes ( muy especiales y llenos de contradicciones), en un escenario magnífico, grandioso, de Guerra Eterna contra una enigmática raza invasora de Insectos:

...Un extraño Reino o Dimensió o Mundo o Planeta ( nunca se deja claro) dirigido por un Emperador inmortal y su círculo de elegidos ( dotados, también, con una inmortalidad artificial y condicionada a que sigan siendo los mejores en la respectiva especialidad de cada uno de ellos, - que fue lo que les hizo merecedores de ella a ojos del Emperador-), envueltos en una batalla interminable contra los Insectos de la Nada, quienes amenazan, periódicamente, con desbordar el Reino y transformarlo en una especie de gigantesco nido alienígena de baba blanca endurecida, en un comedero de cucarachas del tamaño de caballos...

Pero lo realmente valioso de esta novela estupenda, más allá de ese " decorado de fondo", es cómo va descubriéndonos que esa " banda" de " algo muy semejante a semidioses o superheroes inmortales", lejos de ser ejemplos vivientes de virtud y nobleza, inspiradores, con su conducta intachable y heroísmo, de las pobres masas mortales amenazadas por la marea de insectos, son eso, una banda de hipócritas (simpáticos en el mejor de los casos, como el genial protagonista, Jant Shira," el único hombre que puede volar en todo el Reino") que se aprovechan de su privilegiada inmortalidad , de su " intachable leyenda pública" para ocultar, tanto al Emperador que los selecciona y lidera, como a las vulnerables tropas de envidiosos mortales, que su inacabable vida no es otra cosa que un dejarse arrastrar por toda clase de vicios, pasiones absurdas, miserias y debilidades. " El círculo de los Inmortales" esconde a unos heroes muy, muy, pero que muy humanos: Egoístas, drogadictos, asesinos, incapaces de amarse unos a otros, descuidados en sus responsabilidades con el mundo que protegen, acaparadores, apáticos y asqueados de todo, inundados de viejos rencores sinsentido, traidores e intrigantes unos, ambiciosos otros, simples delincuentes ocultos los más...

Pero lo que me gusta de esta novela, lo que para mí la hace brillante ( y " bonita", esa es la palabra)es que, precisamente eso, esas debilidades, son las que hacen más queribles, más admirables, más cercanos y maravillosos, a los inmortales protagonistas, las que los convierten en auténticos heroes y, finalmente, y gracias a un extraordinario esfuerzo, en paradójicos salvadores de Las Cuatro Tierras...

...Y las que convierten esta novela en una gozada de leer, que transmite generosidad, disfrute, alegría de vivir, una buena dosis de sana humildad y la impagable sensación del don único, supremo, que es estar vivo.

Y luego está el escenario: Las batallas con los insectos son impresionantes y sí, bellísimas y cinematográficas, y la sensación de acabamiento apocalíptico del Reino está más que lograda, con esa terrible imagen de la tormenta de nieve que asola incansablemente la costa cubierta de escombros humeantes y cadaveres de insectos y puertos asediados.

Y el Cambio, con sus jardines de carne viva, claro ... pero eso se lo dejo descubrir a quien se acerque a esta obra.

Ojala, pues, que se publiquen en España las nuevas aventuras de Jant Shira, Relámpago, Ata, Golondrina y los demás: Y es que, aunque la novela concluye de manera perfectamente cerrada ( aunque con un cierto sabor agridulce de Gran Victoria e intima derrota en la boca), lo cierto es que se queda uno con ganas de más.

Chaaooo.

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