Cuentos de Hadas de Angela Carter

Hoy toca libro especial, único, muy diferente a todos cuantos han desfilado por esta pasarela literaria. Estamos ante una obra universal y atemporal que no es fruto de un solo escritor, ni la recopilación de varios relatos de autores célebres. Este libro nos trae la voz del pasado, la voz de la historia de nuestra especie, la voz de las mujeres que siempre han festejado la vida y combatido el desánimo, la voz de las reinas del mundo y la voz del propio mundo, tal cual es: cruel, indiferente, mágico.
La primera vez que leí una novela de Angela Carter (El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo) me quedé tan descolocado y perplejo, tan vuelto del revés por una prosa poderosa y deslumbrante, que corrí en busca de otros textos, de otros títulos, firmados por esa pelirroja rebelde que acababa de convertirse en una de mis grandes pasiones literarias. Desde entonces, Angela me ha acompañado a lo largo de mi vida como una diablesa perturbadora y esquiva. Siempre ha sido mi escritora fatale favorita, mi amante perversa entre sábanas de papel. Puede que haya habido escritoras mejores (Shirley Jackson, Ursula K. Leguin, la Matute, por citar tres nombres), pero ninguna ha logrado seducirme como ella con esa mezcla de violencia, sexualidad, horror y sensibilidad que siempre la caracterizó. Tiene un buen número de novelas que nadie debería dejar de leer antes de abandonar este mundo, pero que hoy en día sospecho que leemos, o seguimos releyendo, muy pocos. Fue hija de una época ya casi olvidada en la que algunas mujeres dieron un puñetazo en la mesa reclamando atención, pero sus grandes obras, sus mejores novelas, trascendieron el contexto temporal en que fueron escritas y siguen siendo historias potentísimas contadas por una hechicera enérgica y maléfica.
Entre 1990 y 1992, recopiló por encargo de la editorial Virago una colección de relatos tradicionales protagonizados por mujeres, que terminaron publicándose en dos volúmenes (longsellers durante años en Inglaterra y Estados Unidos), que ahora se han traducido al castellano en uno solo. Los cuentos procedían de multitud de lugares: Inuit, Grecia, Inglaterra, Birmania, India, Escocia, Rusia, Egipto, Tanzania, Noruega, Montes Ozark, Italia, Islandia, comunidades gitanas, Irak, Noruega, Cachemira, Togo y muchos más. Todos los relatos tenían un origen oral y se contrastaron diferentes transcripciones de cada uno para editar una versión lo más fiel posible de su espíritu original. Esta labor de búsqueda, recopilación, cotejo, edición y corrección estilística la realizó Angela Carter en solitario, afrontando el proyecto como una obra muy personal y como un legado para la posteridad, porque lo llevó a cabo durante sus tres últimos años de vida, y le entregó a esta obra toda la inquebrantable energía que le quedaba como escritora.
De este modo, nos dejó un libro mayúsculo, grandioso, una joya para leer y releer durante toda una vida. Un libro de cuentos de siempre, anclados en el pasado pero descaradamente vigentes en el presente y en el futuro, porque nos hablan de lo importante, de la VIDA en mayúsculas. Cuentos protagonizados por mujeres, de muy diferente edad y condición, niñas y mujeres, jóvenes y ancianas, madres, hijas, hermanas, abuelas, novias, esposas, amantes. Están todas aquí, todas las mujeres, cualquier mujer, y por ende, cualquier hombre. Un monumento literario y antropológico dedicado a nuestra especie, a nuestra increíble y demencial existencia en este mundo sin origen ni sentido conocidos. Frente al vértigo de la vida, Angela celebra el milagro de la vida y de todas las mujeres que la hacen perdurar.
Ese milagro está en cada relato, desde el más breve hasta el más extenso, en cada una de estas historias sorprendentes y sin vergüenza, porque son muy anteriores a las estúpidas normas de convivencia que, con el paso del tiempo, nos hemos ido imponiendo a nosotros mismos. Cuentos locos, traviesos, juguetones (ni siquiera provocativos, porque la inocencia no tiene conciencia de la provocación, ¿acaso hay algo más natural que el protagonismo de los órganos genitales femeninos en un relato protagonizado por una mujer?). Leyendo estas historias, muchas mentes bien pensantes del siglo XXI se escandalizarán, y con mucha razón, porque resulta escandaloso que a estas alturas de nuestro paso por este mundo haya gente con tantos prejuicios.
Por si acaso, aclarar lo que ya debería haber quedado claro: hablamos de cuentos para lectores adultos. Porque hace mucho, mucho tiempo, cuando sólo éramos destellos de instinto y deseo, los cuentos no eran historias inocuas para entretener a los más canijos. En ese tiempo tan lejano, los cuentos eran la sabiduría de nuestra especie, la magia de nuestros sueños, la llave para conquistar un mundo que no entendíamos.
¿Alguien piensa que lo hemos logrado?